Mi yugo es suave y mi carga ligera, ha dicho Nuestro Señor. Para hacer práctica esta consoladora frase, hemos intentado explicarla. Para lograr este fin, nada nos ha parecido mejor que transcribir, casi literalmente, las enseñanzas de Doctores tan eximios como San Francisco de Sales y San Alfonso María de Ligorio.
El demonio emplea, señaladamente con las mejores almas, todos los medios de que dispone para hacerles duro y penoso el yugo del Buen Maestro. Estas artimañas del maligno producen, cuando menos, mil fuentes de inquietud, desaliento y escrúpulo. Nuestros Santos Doctores, resolviendo clara y terminantemente muchas dudas e incertidumbre, y agotando los recursos de su tierna caridad, han procurado bien inapreciable a muchos fieles de Cristo.
En este opúsculo se han reunido enseñanzas esparcidas en numerosos escritos. Tomándolas animosamente como regla de conducta, todos los fieles, por más timoratos o escrupulosos que sean, reconocerán por experiencia propia que el yugo de Nuestro Buen Jesús es dulce y su carga ligera.
LAUS DEO, BEATISSIMAE VIRGINE MARIAE
ET DIVO JOSEPHO.
FIN
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